Valles para rayarla (parte II)

Cachapoal

Viajando desde Maipo hacia el sur, entramos a la zona de Cachapoal, sub-valle del Valle de Rapel y vecino de Colchagua. Hay viñedos plantados desde los pies de la Cordillera de los Andes, hasta el lago de Rapel. Al igual que Maipo, la zona de mayor prestigio está ubicada a los pies del cordón montañoso, en donde las variedades Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah, son unas de las más destacadas. Es en Cachapoal, más cercano hacia la costa, en donde encontramos la zona de Peumo, lugar que se ha caracterizado por tener un terroir excepcional para el desarrollo de Carmenere. La gran diversidad de climas y ausencia de heladas en primavera, permite la producción de vinos de guarda larga, y de tremenda expresión frutal en ellos.

Existen varios viñedos que se pueden visitar (siempre agendando de antemano). Es una zona vitivinícola que recibe menos turistas que sus vecinos Maipo y Colchagua, pero con tremenda belleza y profesionalismo.

Algunos de los viñedos destacados en la zona: Los Boldos, Vik (hotel y Restaurante), Koyle, Torreón de Paredes, entre otros.

Curicó

Curicó es uno de los valles vitivinícolas más grandes de Chile, con tremenda variedad de cepas, destacando la producción de Cabernet Sauvignon, la cual ha sido la cepa con mayor tradición en esta zona y Sauvignon Blanc, plantado más cercano a la costa. El clima es variado, pero con estaciones marcadas. Hay influencia de los Andes lógicamente; pero una vez más cercano a la depresión intermedia nos encontramos con un clima mediterráneo que también va a variar levemente de acuerdo al sector. Si bien hay 2 ríos (Lontué y Teno) que ayudan con la irrigación, hay bastantes precipitaciones durante el invierno.

Los vinos se desarrollan elegantes, frescos y con acidez rica y balanceada. Son jugosos y de muy buenos precios. Para recorrer, hay bodegas de diferentes tamaños y tradiciones. Hay que decir que quedan un poco apartadas entre ellas, pero la mayoría con muy buena conexión. Vale mucho la pena ir, sobre todo si vives en ciudad grande, ya que una vez en la zona, te desconectas con la imagen campestre, aire fresco, lleno de explanadas con plantaciones no tan solo de viñedos, sino que de otra fruta y granos. Curicó ha sido desde los inicios el lugar con la fiesta de la vendimia que dura más días, partiendo un jueves y culminando el domingo en la noche; caracterizado por tener amplia parrilla de artistas, tanto nacionales como internacionales. La cantidad de visitantes que reciben año a año es impresionante. Además de la fiesta, la ruta de Curicó ha sido una de las primeras en promocionar el deporte running, y todos los años se organiza una corrida en los viñedos,

Si quieren visitar algunas viñas te recomendamos Aresti, con vista espectacular sobre el valle, Miguel Torres que tiene restaurante también y Viña Requingua.

Y ahora empecemos a probar nuestra cajita de tintolios romanticones, les digo así porque ya hace frío y el vino combinado con el otoño-invierno, siempre han tenido química, una química de teleserie o película súper dulzona, pero eso me hace pensar en momentos ricos y felices antes del calorcito para el blanco de enero jijijiji. Salú!

Valles para rayarla (parte II)