Muéveme la mano gatito de la fortuna

El clásico gatito dorado que mueve su brazo saludando en las vitrinas de tiendas orientales, se ha convertido en amuleto de la suerte también para Occidente. Aquí te contamos su historia.

En Japón los gatos no son sinónimo de vieja solterona falta de cariño, sino todo lo contrario: los gatos en oriente son amuletos de la suerte y la buena fortuna, y el gatito dorado que mueve su mano es una escultura popular que en Japón es llamada Maneki-neko y en China, Zhaocai Mao, y que significa: te invito a entrar.

¿De dónde nace este amuleto de la suerte? Si bien hay varias teorías, la más popular cuenta que durante el siglo XVII en Japón había un templo muy precario y el monje que vivía en él era muy pobre, pero compartía con su gata Tama la comida que tenía. Un día, un señor feudal llamado Naotaka II fue a cazar al bosque cercano al templo y se puso a llover muy fuerte, por lo que decidió buscar refugio bajo un árbol hasta que se topó con la gata del monje que moviendo su mano izquierda, lo invitó a pasar al templo. El señor feudal la siguió y acto seguido, un rayo destrozó el árbol en el que se había refugiado, y en compensación a la buena suerte que la gata le había dado, decidió reparar el templo y preocuparse que el monje y su gata nunca más pasaran hambre.

Supuestamente desde ese entonces se creó el símbolo del Maneki-neko para honrar a la gata. La superstición pasó a ser parte también de Occidente y con el tiempo se adaptó la escultura original a distintos tipos de gatos que de acuerdo a su movimiento y color, tienen atribuciones diferentes:

Si mueve la mano derecha, sirve para traer dinero y fortuna.

Si mueve es la mano izquierda, sirve para atraer visitas.

Y respecto a su color:

Si es dorado o plateado (el más utilizado en occidente), sirve para atraer fortuna a los negocios.

Si es rojo, ahuyenta a los malos espíritus y da suerte en el amor.

Si es azul, ayuda a cumplir tus sueños.

Si es rosado, ayuda a encontrar a la persona de tu vida para casarte.

Si es negro, aleja la mala suerte.

Muéveme la mano gatito de la fortuna