Mario Astudillo

Este Sommelier Profesional y ganador del premio Joven Sommelier 2016, es Director Ejecutivo de la Corporación Cultural Vinocular (Vino, Cultura y Arte), una organización que busca trabajar con temas relacionados con el Vino y Patrimonio.  

1.- Tara, Ventisquero, Chardonnay 2014, Atacama: Me encanta por lo diverso que es y casi imposible de hacer. Es muy difícil lo que ellos consiguieron con Tara, por el lugar en donde se encuentra plantado, la calidad de ese vino es increíble, y por otro lado, para mi uno de los mejores Chardonnay de Chile.

2.- Domus Aurea, Cabernet Sauvignon Valle del Maipo: Es para mí uno de los mejores Cabernet Sauvignon de Chile lejos. Me parece que tiene esas notas muy características a fruta roja, negra, frutilla, tabaco, y es super heavy la nota mentolada que hoy en día se está sacando, y que este lo tiene. Es un vino que me vuela la cabeza, un poco caro, pero es para ocasiones especiales. ¡Una joya!

3.- Gillmore, VIGNO, Carignan 2011, Valle del Maule: Un vino que en lo personal lo quiero mucho, porque fue el primer acercamiento que tuve a la variedad de Carignan. Cuando lo probé, me llevó a mi tierra, a Maule. Fue como un flechazo, y aparte que el concepto VIGNO, me genera pertenencia a un lugar, un valor agregado a un trabajo de años de personas que hay ahí. Siento que el agregado “denominación de origen” que ellos quisieron hacer estilo europeo, con una normativa distinta, en Chile es muy necesario. VIGNO es para mí un vino muy franco, que a la vez tiene una rusticidad muy particular que rememora el campo del Maule.

4.- Roberto Henríquez, Molino del ciego, Semillon 2017, Valle del Itata: Roberto en sí, es como la nueva escuela de Itata, y él en particular trabaja a la vieja usanza, pero con una enología técnica cuidando lo que significa hacer un buen vino. Este ejemplar particularmente lo fermenta con hollejos, entonces es super fenólico con cuerpo y frescor, lo que permite conocer la variedad del Itata desde otra mirada.

5.- Erasmo, Asoleado, uva País 2015, Valle del Maule: El asoleado es una creación campesina chilena, y eso es lo que necesitamos en Chile, más creaciones. Tiene una concentración de azúcar increíble con una frescura muy bien lograda, fuera de serie.  Detrás de este vino hay una cultura detrás, hay una forma de ver un producto; no desde una mirada como dejarlo ahí solo por concentrar azúcar, sino que hay una tradición que ellos intentan rescatar y en ese sentido a mí me pasa que este vino rememora todo lo que por más de 250 años la gente viene haciendo. Sin duda este vino puede llegar a competir como un vino dulce a nivel mundial sin problema.

Mario Astudillo