El lado B de los valles vitivinícolas chilenos

Chile no es solo Maipo, Colchagua o Casablanca. La naturaleza nos ha privilegiado con una geografía y variedad climática que recién estamos aprendiendo aprovechar. Jóvenes denominaciones como Choapa y Aconcagua Costa son claros ejemplos del potencial que tenemos, un traje a la medida para cada cepa. Así como los Carmenère colchagüinos, los Chardonnay del Malleco o los Syrah del Elqui y Limarí ya tienen su marca registrada.

Hace un par de semanas, en la presentación de las nuevas cosechas de la línea Aconcagua Costa de la Viña Errázuriz, Francisco Baettig, su enólogo, nos contaba cómo poco a poco han ido entendiendo el viñedo y, a su vez, cómo eso se ha reflejado positivamente en los vinos.

Aconcagua Costa es una denominación relativamente nueva, ubicada hacia el poniente del valle, cerca del mar, donde la influencia fría del Océano Pacífico se expresa en neblinas matinales y brisas frescas, moderando las temperaturas de la zona, otorgándole un mayor equilibrio y balance a los vinos.

La búsqueda de nuevos lugares para plantar, considera un estudio previo de suelos y clima que confirme cuáles son las variedades más aptas para el cultivo. Así, la zona de Aconcagua Costa ha resultado ser un gran aliado para el Chardonnay, el Pinot Noir y el Syrah de Errázuriz, vinos que en pocos años han conseguido una gran expresión varietal y buenas dosis de elegancia.

A lo de Aconcagua Costa le podemos sumar también el Valle del Choapa, otra joven denominación, cuyo historial ha estado más ligado al cultivo de uvas destinadas a la elaboración de piscos. El Viognier Añañuca viene del valle nortino y es una de las mejores expresiones de la variedad en Chile.

Otro gran ejemplo, también en la región de Coquimbo, es el Valle del Limarí, cuyos suelos han contribuido a la calidad de los vinos. Acercándose a la costa, por ejemplo, aparecen grandes capas de carbonato de calcio y suelos de piedra pizarra, zonas relativamente nuevas que podrían darle un perfil diferenciador a algunas cepas.

Tabalí se la jugó hacia el interior del Río Hurtado con viñedos a 1.850 metros de altitud. Roca Madre es el primer y gran resultado para la viña, un Malbec derechamente cordillerano, que deja en claro todo el potencial del valle.

Para muchos desconocido, el Valle del Malleco, en la IX región de La Araucanía, es tierra de blancos como el Chardonnay, pero también de Pinot Noir. Por suerte no hay vuelta atrás. Este re-descubrimiento de valles y terroir no ha hecho más que elevar el estándar de nuestros vinos. Uno más ligado al origen que a las estrategias de marketing.

El lado B de los valles vitivinícolas chilenos